Crónicas de una Vocal de Mesa
En Barrio Yungay
Vivo en el sector oriente, pero estoy inscrita hace muchos años en Santiago Centro como votante y aproveché esa circunstancia para presentarme de vocal voluntaria en Barrio Yungay.
Quienes me conocen, saben que en mis espacios familiares y sociales, se habla de poco más que de política, el chisme y el cahuineo es político, paralelamente, lo serio e importante, también trata de eso.
He seguido el proceso de elección de constituyentes con un interés desmesurado, y gracias a Liberty News he podido conversar con muchos protagonistas del proceso, especial mención a los candidatos constituyentes que viven con discapacidad que he podido entrevistar en Sin Barreras con el activista ciego Alberto Madrid.
Por lo tanto, me decepcioné cuando no salí sorteada como vocal de mesa, pero pensé que la inasistencia de vocales, iba a ser muy muy grande, por el coronavirus, así que me presenté igual, porque quería vivir el proceso desde dentro y mirarle la cara a los votantes, para entender mejor el resultado.
Llegué antes de las 09:00 AM del sábado, y me pusieron de inmediato en una mesa, que aún no había podido constituirse, nos entregaron suficiente material como para abrir nuestra propia papelería, e inmediatamente nos dirigimos a una espaciosa sala de clases, los tres totalmente nuevos en esto, y reinó la confusión, afortunadamente, alrededor de las 10 de la mañana llegó un vocal atrasado (no le sonó el despertador), quien tenía experiencia, y nos ayudó a ordenar todo el proceso.
Desde temprano, mientras los tres neófitos abríamos cajas y sellos, y nos ahogábamos en cantidades ingentes de material, un señor de la tercera edad con gesto torvo alegaba “¡estoy aquí para votar desde las ochooooo!”.
El vocal nuevo, a quien llamaremos Ramón, un hombre de 50 años, de esos que han hecho de todo, a Jack of All Trades, que han emprendido en todo y están como diseñados para imponerse y hacerse amigo de todo los presentes, es decir, están acostumbrados a ser Saturno y que el resto gravité alrededor de ellos, junto con pedir disculpas por la tardanza nos informó en una de esas voces discretas diseñadas para ser escuchadas por toda la cuadra, que el caballero indignado, era un amargado que en cada elección hacia lo mismo, llegaba tempranísimo precisamente a alegar y atormentar a los vocales que trataban de constituir la mesa (no es fácil), y que además le encantaba hacer show cuando votaba, y que si esta vez lo hacia de nuevo, él, Ramón se iba a encargar de pararle los carros.
Funcionó.
El caballero indignado fue el tercero en votar en la mesa, y cuando se animó a hacerlo, había sufrido una transformación más dramática que un cambio de género, mucho por favor, gracias y sonrisa amable y serena, no era la misma persona, ni se parecía.
Los otros dos vocales, eran dos profesionales en la treintena, uno era profesor universitario, preocupado de los detalles del proceso, perfeccionista y a ratos muy comunicativo y a otros, completamente silencioso, un encanto de persona. Ella era una humanista, de talante amable y con un trato particularmente cordial, que buscaba hacer a cada uno sentirse especial, me sentí afortunada de compartir con ambos.
Las mesas eran un estudio sociológico en si mismo, en la sala del lado derecho las vocales eran solo mujeres, mayores de 30, y al fondo había una pirámide de huevos duros, termo y de todo para tomar té, y el brazo de reina de rigor. La del lado izquierdo, eran jóvenes metaleros, parecían una banda que estaba por empezar a ensayar.
Mi mesa, en tanto votos, resultó ser muy representativa de los resultados nacionales, pero nunca me lo habría imaginado, pues no era la mesa de la mítica señora Juanita, era una mesa bastante nueva con muchos jóvenes menores de 25 años, un puñado de adultos mayores, y muchos y muchas extranjeras nacionalizadas. Qué era tan representativa, me enteré sentada en el último tren del metro, el cual apenas logré tomar, twitter y whatsapp, on fire.
Los votantes jóvenes
Eran la demografía principal, los varones usaban el atuendo nacional de buzo de marca, zapatillas blancas, muy pocos iban de jeans.
Ellas vestían de manera punk despampanante, mucha tacha, medias de red, tatuaje, colgantes, aros. Las que iban de jeans, estaban usando la moda de los noventa que tantas jóvenes favorecen en estos días, a muchas sentí ganas de comentarles, “mi mamá me vestía igual que a ti, cuando era chica” (resistí la tentación) y tampoco añadí, “a mi tampoco me quedaba bien”.
El sábado, fue a votar un 40% del total, y el domingo el 60%, un factor, es que muchos temían que les robaran el voto durante la noche, tanto así que incluso muchos vocales votaron el domingo.
Nos demoramos unas seis horas en cerrar la mesa, entre lo administrativo y el conteo, y eso que empezamos a ordenar el proceso a las 16:00 horas en punto, y para horror del apoderado de mesa (que venía del partido comunista), decidimos partir por lo administrativo y una vez teniendo eso listo, empezamos a contar.
Pero, para el apoderado, la espera valió la pena, le brillaban los ojos, y cuando vio lo bien que le fue a Irací Hassler y como la pila de votos de ella, era por mucho la más alta de la mesa, casi bailaba de la felicidad.
Mientras abría los votos, cosa nada de fácil, pues los de concejal y constituyente, podían ser usados de mantel (próxima vez llevaré una navaja para agilizar el proceso). Me sorprendió, pero por mucho, como los “nombres de siempre” brillaban por su ausencia en los escrutinios, era impresionante.
Yo tenía la impresión, de que la contienda iba a ser “el Jilismo versus los políticos tradicionales” (ex Concertación y ChileVamos), pero no fue así, me equivoqué, por partida doble, los que aparecieron, eran los que las encuestas dijeron que NO iban a salir, esos, fueron los reyes del baile. Él, en teoría, difunto, hundido, dividido y en patética decadencia Frente Amplio y el marginal, risible y anticuado Partido Comunista.
Y los independientes, dando sorpresa, tras sorpresa, it is a brave new world.
Beatriz Sotomayor, Psicóloga y Directora de Contenidos Liberty TV.
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