Reseña Libro “XXX: El Derecho de la Mujer al Porno”
Por Beatriz Sotomayor, Psicóloga y Directora de Contenidos Liberty TV.
La autora de este libro, es Wendy Mcelroy.
Un personaje es sí misma, es autora, investigadora y conferencista canadiense. Tambien es una de las principales teóricas del feminismo libertario, habiéndolo dotado en la década 1990 de algunos de sus fundamentos ideológicos, de sus antecedentes históricos, y de su alianza con el feminismo prosexo y con el movimiento por los derechos de los hombres, y acuñó para este enfoque feminista el término «feminismo individualista».
Está reseña la hice para preparar una charla sobre este libro a la que tuve la fortuna de ser invitada.
Lo esencial, este libro, es una mirada profunda, reflexiva y plenamente vigente, hacia la pornografia como fenomeno político y sexual, basada en una investigación dentro de la industria pornográfica estadounidense.
Spoiler. este libro es la guía al feminismo prosexo que yo no sabia que necesitaba, it was a education.
Wendy define la pornografía de manera precisa, aunque neutral
“La pornografía es la representación artística explícita de hombres y/o mujeres como seres sexuales”.
Y también de una manera política, señalando que la pornografía “es nada más y nada menos que la libertad de expresión aplicada al ámbito sexual.”.
Y propone una tesis sugerente y audaz que el feminismo y la pornografia son compañeros de ruta y aliados naturales de las libertades, especialmente las de las mujeres.
Después de todo, tanto el feminismo como la pornografía se burlan de la noción convencional de que el sexo está necesariamente conectado al matrimonio o a la procreación. Ambos ven a las mujeres como seres sexuales que deben perseguir su sexualidad para el placer y la realización personal. De hecho, la mayoría de las demandas del feminismo han sido formuladas en términos de la sexualidad de la mujer: matrimonio igualitario, lesbianismo, control de la natalidad, aborto, justicia de género....
También es un libro valioso como fuente de información histórica, pues cuenta la historia del movimiento del Amor Libre a los Estados Unidos que rastrea sus origenes a 1872, y hace paralelos con el backlash puritano del feminismo radical y el conservadurismo actual, y saca conclusiones muy firmes, donde retrocede la libertad de expresión sexual retroceden las libertades y los derechos sexuales y reproductivos, especialmente de las mujeres.
En sus palabras:
La libertad sexual, especialmente la pornografía, que es la libertad de expresión sexual, es una parte integral de la batalla por la libertad de la mujer. La censura de palabras e imágenes sexuales no sólo conduce a la supresión de los derechos sexuales de las mujeres. Es un intento de controlar a las propias mujeres. Porque los derechos de la mujer han sido tradicionalmente expresados en términos de su sexualidad: matrimonio, aborto y control de la natalidad.
La ideología del feminismo radical
Wendy también desmenuza la ideología del feminismo radical, y hace una genealogía de su desarrollo, desde 1970 cuando el lesbianismo empezo a mutar desde una opción personal a una opción política hasta 1995, cuando el libro se publicó, si bien no contempla fenómenos como el internet, el only fans, y el movimiento trans, no por eso deja de ser un libro valioso, que muestra como la historia de la pugna entre la libertad sexual y el control sexual, se repite sin cesar.
Sobre la antipatia profunda del puritanismo feminista, hacia los hombres y hacia el mercado, yo era de la idea de que primariamente era hacia los primeros y lo segundo, era para hacer alianza con la izquierda, pero es más complejo que eso y más profundo también.
Según Wendy, lo principal es que “las feministas radicales rechazan lo que llaman ´esencialismo sexual’, la noción de que el sexo es una fuerza natural. Rechazan la idea de que el sexo se basa en la biología o que las mujeres tienen ciertas tendencias naturales”.
Desde el feminismo liberal, está es una discusión bizantina al estilo de cuantos ángeles caben bailando salsa en la cabeza de un alfiler, pues da lo mismo si una elección viene de la naturaleza o de la cultura, pues una persona tiene derecho a elegir #Corta.
Pero es clave desde el radicalismo, pues les permite rechazar de plano el deseo sexual de las mujeres como una suerte de sindrome de Estocolmo que las aliena, y a la vez plantear opciones sexuales adecuadas para las mujeres como Clase.
Las mujeres son vistas, no como individuos, sino como una clase subyugada al yugo de los hombres, que es la clase enemiga. Lo esencial es que las mujeres como clase tienen intereses colectivos, que por supuesto son mucho más importantes que el bienestar de las mujeres individuales.
El problema de la pornografía
“Hay que hacer una pregunta: ¿Ven las feministas antiporno alguna diferencia entre ofrecer a una mujer dinero por sus servicios y ponerle una pistola en la cabeza para obtener lo mismo? Políticamente, su teoría afirma que no hay diferencia”.
Volviendo a la pornografia, desde el feminismo antisexo, es por supuesto violación, porque se entiende que ninguna mujer en su sano juicio elegiría participar, a menos que este tan alienada que esté incapacitada para elegir, y por otro lado, gráfica la antipatia hacia el libre mercado, porque señala que la única razón posible de que las mujeres elijan hacer trabajo sexual, es porque necesitan el dinero.
“Su ataque al capitalismo sienta las bases finales para un ataque total a la pornografía. Como Catharine MacKinnon observa en Only Words: "El sexo no se elige por el sexo. El dinero es el medio de la fuerza y proporciona la cobertura del consentimiento."
El propósito de la ley en la sociedad
Para Wendy, el problema no es que las radicales detesten la pornografía, sino que usen la ley para prohibirla, esto es peligroso, y las hace ser aliadas y una suerte de tontas útiles del conservadurismo.
El dilema es para que sirve la ley, si está allí para proteger el cumplimiento de contratos y proteger de la violencia, o para establecer lo que es “virtuoso” y coaccionar esta virtud.
“La segunda visión del propósito de la ley es compartida tanto por los conservadores como por las feministas antiporno. Es que la ley debe proteger la virtud. La ley debe hacer cumplir el comportamiento moral adecuado.
Cuando se impone la virtud, se niega el derecho de la mujer a hacer una elección inaceptable con su propio cuerpo”.
“Invalidar las elecciones de una mujer es negarle la única protección que tiene contra una cultura malsana: el derecho a decidir por sí misma. Las feministas radicales como Catharine MacKinnon, que se llama a sí misma "posmarxista", borran la línea que la mayoría de la gente traza entre un intercambio voluntario y uno forzado: Esta es la línea entre el consentimiento y la coacción. Rechazan el derecho de la mujer a contratar”.
En defensa de las Trabajadoras Sexuales
Wendy hace una defensa convencida y absolutamente sorora de todas las mujeres que hacen trabajo sexual, desde el call center erótico hasta la actriz porno.
“Las feministas antiporno también saben que la mayor parte del peligro que enfrentan las trabajadoras sexuales proviene del estigma social, que las aísla. Sin recurrir a los sindicatos o a la policía, los artistas tienen poco control sobre sus condiciones de trabajo. Hacer que la pornografía sea ilegal —conducir la industria bajo tierra— eliminará cualquier protección para las mujeres que exista en la actualidad. Las mujeres en la pornografía se volverían aún más reacias a ir a la policía para protección o a los tribunales para reparación”.
En defensa de la Pornografía
Wendy sostiene no solo que la pornografía tiene derecho a existir, va más lejos y afirma que es derechamente beneficiosa, y no solo para las mujeres que participan en ella, sino también para las mujeres que la consumen.
“Tanto la pornografía como el feminismo sacuden la visión convencional del sexo. Rompen los lazos tradicionales entre el sexo y el matrimonio, el sexo y la maternidad. Ambos amenazan los valores familiares y se burlan del status quo. Por eso, cuando los conservadores miran a las feministas y a las mujeres en la pornografía, ven destrozadores de hogares, prostitutas y desviados sexuales.
En otras palabras, la pornografía y el feminismo son compañeros de viaje. Y aliados naturales.
La pornografía es la verdadera arena de la tolerancia.
También es el gran nivelador de la vergüenza. Dice: "El sexo es bueno por sí mismo".
La libertad de expresión es la aliada de los que buscan el cambio; es la enemiga de los que buscan mantener el control”.
Wendy es enfática sobre el papel de la ley y la política en la regulación de la pornografía.
“¿No hay ninguna forma de pornografía que sea objetable?
En un nivel político y legal, la respuesta es: Ninguna forma de pornografía entre adultos que consienten es objetable. La pornografía son palabras e imágenes, sobre las cuales la ley no debería tener jurisdicción.
A nivel personal, cada mujer tiene que descubrir lo que considera inaceptable. Cada mujer tiene que actuar como su propio censor, su propio juez de lo que es apropiado”.
Haciendo un paralelismo con la destacada autora Deirdre McCloskey, quien en Letras Libres señala "El liberalismo también podría llamarse adultismo", pues implica tratar a las personas como adultos.
Conclusión: Un libro esencial para no tener que redescubir la rueda cada vez.
Por si quieren, profundizar en voces nuevas y liberales sobre el sexo y la pornografía, les invito a ver está conversación que tuvimos con la fabulosa Sofía Rincón.


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