Soy capitalista y no lo sabía…


 Hace apenas cuatro años, en 2017un ranking basado en el índice “Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico” o ICSED, situó a Chile como el país de América Latina con las mayores condiciones para el emprendimiento, ocupando el puesto 33° a nivel mundial.

El 2014 ocupó el puesto número 26, pero aún mantiene su reinado[1].

Según otra publicación, esta vez del Banco Mundial en el año 2019, indicó que Chile es el país con más emprendedores en Latino América, a lo cual le podemos sumar, que en el año 2018 la Organización Mundial de Propiedad Intelectual OMPI, situó a Chile entre los 3 países con más solicitudes de patentes en la región[2].

Estos datos no son azarosos, y muestran una conducta que es resultado del estímulo del mismo ambiente nacional, el cual impulsa a chilenos y chilenas a participar en el mercado, no solo como consumidores o parte de un proceso productivo, sino derechamente como oferentes, es decir ofertantes de un servicio y/o producto en su comunidad y ¿porqué no?, al mundo entero. 

Y aunque emprender en Chile se podría decir que está de moda, esto es posible, porque las condiciones para ello son idóneas, garantías como el respeto a la propiedad privada, a los contratos, a la libertad de asociación privada, y una libertad que brinde y asegure el mismo Estado a sus ciudadanos, la libertad de satisfacer libre y privadamente las necesidades que detecte de sus vecinos y vecinas, a través de la oferta de un servicio y producto que se transaccionen de esta misma forma, libre y voluntariamente. 

Condiciones que, aunque parecieran básicas, No se encuentra en todos los lugares tanto de nuestra América Latina, como es el caso de Venezuela, Cuba, y cada vez menos en Argentina, ni tampoco en muchas partes del Mundo.  

Estas libertades son la base del modelo que a muchos les han aterrorizado con la peyorativa palabra CAPITALISMO, la cual hoy en día y sacándola de la satanización dada en el siglo XIX por Karl Marx, recordando muy de cerca al estilo Victoriano cuando se referían al sexo. 

El capitalismo se ha situado como el sistema económico insigne de las democracias liberales al cual también se le denomina libre mercado. 

Y es esta simbiosis de democracia y capitalismo, se entiende desde la mirada que sin libertad no hay capitalismo y sin capitalismo es muy difícil que se llegue a la libertad… 

Simplemente porque este sistema económico permite a las personas sin importar su nacionalidad, etnia, cultura, orientación sexual, edad ni nada dentro de nuestra gran diversidad, poder satisfacer las necesidades de otros, dentro de un marco de transacción libre y voluntaria, generando en la sociedad una comunicación y dependencia de unos con los otros, pues sea cual sea el fin individual de cada uno, solo con satisfacer a otros en este camino, podemos lograr nuestros propios fines y anhelos, generando una red de relaciones, dependencias y asociaciones libres y voluntarias en todo el mundo, que nos unen más que nos dividen. 

Esta maravillosa red, que todos somos partes, simplemente con el hecho de ofrecer al otro un “algo” sea este un conocimiento, un producto, un servicio, una cualidad personal o simplemente nuestro tiempo, mientras los otros y otras valoren este “algo” y estén dispuestos a transaccionar algo que nosotros valoremos a cambio de ello, nos hace acreedores de un capital, y por ende nos volvemos capitalistas.

Esta realidad que se cruza y nos vuelve capitalistas al ser consumidores de otros capitales, y nos permite crear y moldear un mundo tal como nosotros lo deseamos e imaginamos, desde la experimentación de sabores, colores, aromas y experiencias, las cuales nos individualizan, nos reconocen tal cual somos y nos hace importantes, en un mundo, donde la contraparte de este mercado, el cual es el Estado, nos colectiviza y nos vuelve un número para sus servicios y un voto para propaganda política.

Por estas cotidianas razones, aunque queramos renegar del capitalismo, y nuestras propias preferencia de consumo, en la práctica NO podemos negar que desde nuestras contribuciones privadas al mundo hacemos capitalismo, desde nuestro goce al consumir productos eco-friendly, sin maltrato animal o veganos, contribuimos al capitalismo, o desde nuestra propio acción privada de ofrecer productos pensados como por ejemplo; para minorías sexuales, étnicas o religiosas, antes invisibilidades por el mismos Estado, hacemos capitalismo, incluso hoy, con nuestro acto de  vender nuestro  tiempo en una fábrica o empresa para crear un producto o servicio, hacemos capitalismo

La verdad tras de ello, es que hoy todos somos dueños de un capital, de un pequeño tesoro que otro valora y pagará un precio por ello, descubrir ese tesoro y ofrecerlo al mundo, para ayudar a otro a satisfacer una necesidad y así mejorar la vida de muchos, es simplemente hacer capitalismo… 

Solo elige que capitalismo quieres hacer tú. 

Oscar Astroza Natali

Coordinador Equipo Económico Libres

 

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