Guatemala, 40 años después
Hace exactamente 40 años, ardió la Embajada de España en Guatemala, incendiada por unidades del Ejército y de la policía local. Murieron 37 personas y se salvaron dos: el embajador de España, Máximo Cajal, y un indígena que estaba entre la treintena de oriundos del Quiché que habían ocupado pacíficamente la cancillería para reclamar la intercesión de España contra la persecución de que eran objeto por parte del Ejército guatemalteco. El pobre indígena fue luego sacado a la fuerza por la policía de la habitación de hospital, ejecutado y tirado a la cuneta. A Cajal lo salvaron los amigos. La intención del Gobierno guatemalteco bien clara estaba: eliminar testigos y principalmente al embajador de España, tachado en Guatemala (y en algunos pasillos del poder en Madrid) de peligroso revolucionario. En estos 40 años, las cosas han cambiado, especialmente para España, un país radicalmente distinto y mejor, aunque aún hoy ejecutando una política exterior de limitado alcance. No pretendo inst