Día de la mujer, algo para decir por José Benegas
Tengo este evento hoy acerca del día de la mujer y hay algo que pienso decir si aparece la oportunidad y se relaciona con la charla que tuve con Liberty TV que posteada ayer acá (en sus redes). Ahí me preguntaron si podía haber un contenido liberal en la sociedad relacionado con el hedonismo, por oposición al puritanismo o al fascismo cultural.
Creo que estas dos cosas se vinculan de esta manera:
El liberalismo político (el liberalismo aplicado a las instituciones políticas) es negativo, su meta es limitar el uso del monopolio de la fuerza.
Respecto del feminismo podría limitarse a quitar los obstáculos legales que hubiera para la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, es decir que se les apliquen las mismas normas para ambos. También dirá que en el comportamiento de hecho de los agentes públicos eso se vea reflejado y que no haya por vías no formales o simulando estar dentro de la formalidad, acciones que impliquen aplicar diferencias más allá de la ley. Este último es un campo de observación permanente acerca del cumplimiento de esa regla de igualdad jurídica.
La segunda relación que existe es con el liberalismo no político, incluso se podría discutir si lo hay, es decir si hay una ética liberal propia que exceda el campo del uso del monopolio de la fuerza. Entre medio entre lo político y lo no político esta el sendero de las costumbres, que en su extremo jurídico forma parte del modo en que la sociedad se regula. Aunque no hubiera hace tiempo una ley que dijera que la mujer no podía fumar, que lo hiciera estaba suficientemente mal visto como para que opere contra su libertad, con una eficacia tal vez mayor que la que tendría una norma escrita.
Cuando hablamos de que legislación no es sinónimo de ley en el sentido de Bastiat (como ejercicio colectivo del derecho de legítima defensa) o del common law, es decir las normas creadas por las interpretaciones particulares de jueces o pretores en la solución de conflictos en particular y no a través de un proceso racionalista centralizado, el liberalismo debería estar en la discusión de esa formación de normas que dice que es su preferida y tener algo que decir contra prejuicios basados en género que estén siendo impuestos y que valga la pena revisar a través de la disputa con esos fallos, por ejemplo, y del debate público.
Por fuera incluso del common law, la política puede manejar el status de determinadas personas con acciones o campañas, del estado o de facciones que lo intenten capturar.
Seguimos estando dentro del amplio asunto de lo que es el monopolio de la fuerza, pero la pregunta de Liberty TV va más allá y postula que el hedonismo podría ser lo propio de una ética liberal y no es que esté del todo alejado de la política porque el ambiente ético también se cuela en la política tarde o temprano. Es la razón por la que el liberalismo tiene que discutir tanto el marxismo como el clericalismo, el nacionalismo, como perspectivas éticas que amenazan con el uso de la fuerza con el uso del poder político, aún cuando no lo hayan alcanzado o sean simplemente ideas que están implícitas en el modo en que las personas juzgan los acontecimientos. Incluso creo que aquí se ubican todo tipo de prejuicios irracionales colectivistas, que hacen que individuos sean considerados indeseables o sean marcados por pertenecer a una categoría de personas que desde el prejuicio son estimadas inferiores. Cualquier persona considerada por lo que es o por lo que hace, sin que afecte a terceros, está a punto de ser incluida como objeto de repudio público y capital político para la demagogia. Esto va desde quienes ejercen la prostitución, a los hippies o cualquier tipo de sexualidad o costumbre que no se ajuste a lo que se denomina la heteronorma, palabra que escandaliza a tanta gente.
El problema es que se ingresa en el campo gelatinoso de querer cambiar los errores de las personas desde el liberalismo. Ahora, que sea una ética liberal la igualdad ante la ley y que su antecedente sea el rechazo al juicio moral sobre categorías de personas elegidas para ser odiadas sin motivo jurídico alguno (motivo sustentado en violaciones de derechos), no implica necesariamente el uso de la fuerza contra esas ideas, porque el uso de la fuerza está reservado a repeler el uso de la fuerza. Es decir, si una persona es prejuiciosa, podría no llegar nunca a ser peligrosa, pero su idea sí lo es. De modo que no habría por qué hacer otra cosa con ella que discutirle y parecería una acción coherente con el liberalismo, mientras que no lo sería callarse o hacer propio el prejuicio. Y sí es parte de la discusión que el liberalismo debe dar para preservar el ambiente que hace posible que las instituciones de la libertad existan y que sean apreciadas por personas marginadas como propias. Lo peor que le puede pasar al liberalismo, su camino a ser inerte, es convertirse en el lenguaje de la normalidad, de la normalización. Así estará siendo acosado por la gente que lo ve como la tapadera de todo tipo de maldades, porque la verdad es que muchos auto percibidos liberales actúan así. Ahí es donde aparece la izquierda como el síntoma de un liberalismo tomando cocktails en la terraza.
No sé si con eso se puede llegar al hedonismo, pero si a un ambiente favorable a la individualidad. El hedonismo en ese sentido pareciera estar menos en conflicto que el puritanismo seguro. El puritanismo es una tentación antiliberal permanente. Hasta los evangelios cristianos lo advierten cuando alegan contra apedrear pecadores, es decir que muestra como el puritanismo es una amenaza en sí, lo que no quiere decir que el puritano pase al próximo paso que es el uso de la fuerza. Tal vez el hedonismo y el liberalismo sean aliados naturales aunque el liberalismo no tenga por qué postular al hedonismo.
El problema de la mujer, por lo tanto, que es el asunto de hoy, va mucho más allá para el liberalismo de lo que digan las leyes formales, sobre todo cuando a un feminismo a veces convertido en populista, se le responde con un antifeminismo.
El feminismo tiene límites para el liberalismo, pero el antifeminismo es inaceptable como tal. Si se presenta como una forma populista, algo que está ocurriendo, la cuestión se agrava. Ya ni siquiera hablamos de machismo, como aquellas costumbres que detienen el avance de la libertad y el individualismo, sino de estar directamente en contra de quienes están en contra de la arbitrariedad.
Todo esto está dando vueltas sobre mi cabeza.
*José Benegas es abogado, ensayista, analista político, periodista, magíster en economía y ciencias políticas e intelectual público libertario argentino.
Podcaster en JoseBenegasTalks.com, Director del Instituto 1776, ex Miembro de la Junta del Instituto Interamericano para la Democracia. Ganador del 2do premio de los concursos de ensayos Caminos de la Libertad (México DF) y varias menciones de honor. Había producido y conducido varios programas de radio y televisión. Su blog "No Me Parece" (www.josebenegas.com) es una mirada crítica a la actualidad argentina desde un punto de vista libertario.
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