Neoliberalismo chileno, gato por liebre


Desde hace años, el discurso repetitivo de la Izquierda ha sido contra de los que ellos llaman neoliberalismo, y es que en tierra nacional la protesta contra el capitalismo se les salió de onda, con un partido comunista sin obreros, un Frente Amplio algo estrecho, más bien reducido a un sector algo pituco y monógamo pertenecientes a las úes más tradicionales, la nueva onda es reactualizar a un enemigo nuevo, más poderoso, con una buena historia e invisible…


¿Pero a qué viene este neoliberalismo?


Sin duda como su nombre se refiere a una idea conceptual de un liberalismo nuevo, recargado al estilo 2.0, que en resumidas cuentas termina siendo una versión del clásico capitalismo, pero aún más capitalista, que remplace a ese “viejo” capitalismo, el cual ya como sociedad hicimos parte de nuestra vida. Y tal como el antiguo capitalismo, este también debiera ser culpable de todos nuestros dolores y males. 


Hasta se hizo un cortometraje de eso “No Era Depresión Era Capitalismo” ¿Se acuerdan?


Pero para comprender este nuevo liberalismo, debemos remontarnos al viejo liberalismo, y por ello, nos debemos ir muy atrás en la historia hacia las llamadas revoluciones liberales, las cuales comenzaron a fines de la edad media en los llamados Burgos, pueblos que acogían a todo tipo de comerciantes y artesanos a los pies de los castillos feudales, y por esta razón más adelante fueron denominados burgueses. Estos comerciantes y artesanos medievales a medida que comenzaron a demandar mayores libertades y derechos a sus señores feudales; como libertad de comercio, de propiedad, de igualdad jurídica entre otras libertades, fueron empoderándose y transformando al mundo, lo que llevo a la  sociedad, a pasar de individuos siervos de un Estado hacia una sociedad de propietarios y con derechos jurídicos frente al mismo Estado, lo que se tradujo; en campesinos dueños  de su tierra, más productivos y por ello, dueños de sus cosechas, generando un comercio abundante de alimentos, artesanos y comerciantes dueños de su trabajo y por ende más innovadores y alertas a las demandas de sus clientes, seguido de  una  seguidilla de revoluciones que fueron mermando el poder de los Estados frente al de los individuos.  


Este proceso continuo de cambios sociales desde las primeras libertades obtenidas a fines de la edad media, llevo a que esta idea de libertad individual frente a la opresión del Estado fuera adaptándose a cada tiempo y lugar, generando revoluciones en todo el quehacer humano, desde las ciencias, la exploración del planeta hasta las revoluciones políticas que nos llevaron a las primeras  democracias liberales, seguidas de las revoluciones artísticas, industriales, tecnológicas y de las comunicaciones, en curso actualmente, pasando por la emancipación americana, la abolición a la esclavitud hasta las luchas por los derechos de las mujeres, las minorías sexuales, y las libertades individuales como el derecho al  aborto y la eutanasia, entre otros. 


Desde esta tradición, una de las libertades más antiguas y propias del liberalismo, son las libertades que nacen de la acción humana y la propiedad, es decir; ser dueño del fruto del propio trabajo, coartando a cualquier Estado de apropiarse de este. 


Libertades defendidas desde Locke en el siglo XVII hasta filósofos y pensadores como Ayn Rand, Friedrick Von Hayek, al actual Antonio Escohotado.


Y son justamente esas libertades, las que van en directa colisión con las ideas socialistas instauradas en el mundo a inicios del siglo XX, donde la única forma de libertad concebida para el ser humano desde esta doctrina es dentro de un colectivo, en donde el individuo desaparece al servicio de este, con el fin de lograr una igualdad económica absoluta y administrada desde el Estado.


El espíritu rebelde del liberalismo frente al Estado como su foco al individuo, Es lo que genera la colisión que ha llevado a doctrinas tanto de corte socialistas como fascistas a demonizar el resultado de estas libertades económicas, el cual de forma natural dio origen al capitalismo. Sistema que no solo se ha ido consolidando dentro de toda la cultura occidental y actualmente en oriente, sino que de una forma u otra se ha asentado y ha movido a la sociedad desde una sociedad de obreros a inicios del siglo XX a una sociedad técnica y profesional a inicios del siglo XXI, dejando a partidos comunistas obsoletos en todo el mundo y a los partidos socialistas ampliando su nicho a movimientos minoritarios a los cuales rebautizaron como colectivos. Bajo este panorama actual, la idea de retomar la lucha contra el capitalismo tomo fuerza tras la aparición de este nuevo concepto llamado neoliberalismo. 


Desde este análisis histórico, tomamos las bases del liberalismo y nos adentramos a que debiera ser un liberamos extremo y ver si se cumple en un Chile este llamado neoliberalismo.


Y es que si Boric, Atria y cia tienen razón, las industrias más relevantes para el quehacer humano deberían estar bajo un absoluto control de los privados, bajo un modelo económico de una competencia entre ellas salvaje, sin ninguna intervención Estatal, control de precios o barreras de entrada a empresas en alguna industria en especial.  Desde esa premisa escudriñemos los llamados monopolios naturales, es decir el servicio de la luz, el agua y el alcantarillado, en donde es cierto que  están bajo la administración de empresas privadas con fines de lucro, pero también es cierto y conocido  que esas empresas no son libres ni de fijar precios ni condiciones, sino que el  precio de estos servicios está fijado por contratos desde el mismo  Estado bajo  los denominados “paneles de expertos”, lo que lo saca de una concepción neoliberal como se dice, y la lleva a una  mercantilista, donde el Estado a dedo privilegia a unas empresas sobre otras, lo que se aleja a la idea liberal de mercado. Lo mismo ocurre con las autopistas, nacidas de concesiones Estatales, es decir un concurso publico dirigido y coordinado desde el mismo Estado no del mercado, y sus valores y alcances están fijados por contratos también acordados con ese llamado Estado “ausente” que recurren muchas veces los anti-neoliberales. 


Si seguimos navegando en estas neoliberales aguas nacionales, podemos fondear en la industria de la salud, una industria de prestación de servicios privados a través de las llamadas Isapres, que funcionan como seguros de salud, las cuales prestan servicios solo al 18% de la población, muy por debajo del sistema público de salud que cubre, a través de su red Fonasa al 

78% de esa misma población[1], y quienes optan por este Fondo de Salud PÚBLICO, se afilian según ingresos  a cualquiera de sus 4 tramos, siendo el tramo A y B una alternativa de acceso a la salud sin costo para el beneficiario, el tramo C con un copago del 10% y el tramo D con un  copago del 20%. Nos guste o no el sistema actualmente imperante, de neoliberal no tendría nada si lo comparamos por ejemplo con el modelo de Salud de Singapur, donde no existe la red pública asistencial y las personas desde un vaucher dado por su propio Estado pueden optar a cualquier centro de salud privado que se ofrezca en ese mercado, y no huir del sistema público hacia el privado como ocurre en nuestro país, lo que no indica que este ausente sino falente

Otra denuncia constante es la mercantilización de la educación, pero esta no nace desde una imposición del mercado como se ha hecho creer, sino desde una respuesta al igual que ocurre en la salud, desde el mismo mercado a satisfacer una necesidad justamente no satisfecha por quien en teoría la debiera satisfacer, y es que a diferencia de muchos militantes del Frente Amplio quienes NO vienen de ese otro Chile, sabemos que el problema no está en el lado donde se huye, sino de donde huimos


Por ello, el problema al igual que en otros servicios no está en el mercado sino el mismo Estado.  


Otra industria cuestionada es la de los fármacos, y las banderas contra las farmacias es una constante que no deja a nadie indiferente, pero a diferencia de muchos países, aquí primero tenemos un Estado que a cada chileno y chilena le recarga un costo añadido por cada compra de un 19%, junto con ello, genera a través de una serie de reglamento muros que impiden que varios laboratorios puedan entrar a competir con los pocos que existen y acaparan el mercado, y además prohíben que las farmacias puedan traer medicamentos de países con una seguridad farmacéutica más alta que la nuestra y con medicamentos más económicos que los nuestros para ofrecer a sus consumidores. 


Sin duda la frase Estado si la filtran le saldrá más veces que mercado, y eso es justamente lo que ocurre en Chile, hay un exceso de intervencionismo estatal donde no debiera estar, y una carencia de este en donde SI debiera estar,  asegurando una oferta de calidad, digna y competitiva. 


Oscar Astroza - Libres


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ética, humanismo y pareja: De la dialéctica del amo y el esclavo al abrazar el rostro humano del otro

Ética y realismo especulativo: Bases para un derecho, una ética y una individualidad sin metafísica

¿Kast vs Boric? Elija su Jaula: Elegir entre los extremos es sacrificar Libertad