Genealogía del Humanismo: El proceso dialectico de la libertad, la individualidad y la autodeterminación
“los limites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” - Ludwig Wittgenstein
“El lenguaje es la casa de la verdad del ser”- Martin Heidegger
El humanismo, como periodo histórico, esta marcado por la divina comedia de Dante Alighieri y por los versos de Petrarca. Este periodo, a su vez, es el devenir natural del movimiento renacentista. El humanismo se caracteriza por una gran sensibilidad hacia lo que implica la dignidad humana. Es la búsqueda de las condiciones de dignidad mínimas y suficientes para que sea posible vivir una vida buena, decente y valiosa. Los escritores y filósofos de este periodo están volcados hacía aquello que permite que el hombre sea valorado por su humanidad antes que por cualquier otra cosa; y que sean respetadas las condiciones mínimamente suficientes para existir en tal condición humana. Esta idea puede parecernos hoy en día algo obvia y evidente, sin embargo, ha requerido de un amplio proceso para que se llegase a ese punto. Y, además, es un proceso al que aun hoy en día le falta mucho por superar.
Si bien el humanismo como movimiento histórico se inicia con Dante y Petrarca, el humanismo como ejercicio filosófico se inicia formalmente con los diálogos de platón y con la ética y la metafísica de Aristóteles. Con los diálogos de Platón se da algo trascendental en la filosofía -el reconocimiento del otro como individuo- lo cual desaparecerá durante toda la edad media a partir de que el cristianismo se convierte en religión de estado, y resurgirá hasta el renacimiento italiano, movimiento que se puede resumir como el retorno al reconocimiento de la individualidad y de la alteridad. Si retornamos a los diálogos de platón, vemos que no son jamás peticiones de principio, ni demanda que se le crea por fe ciega. Mas bien consisten en la contrastación de criterios, en la confrontación de subjetividades, en la construcción de puentes intersubjetivos y en la construcción dialógica de la verdad. Al otro se le convence ofreciéndole razones y dándole la oportunidad de cuestionarlas y refutarlas, jamás imponiéndole mi verdad, mi modelo del mundo. Es decir, el sine qua non de los diálogos de platón es, precisamente, el otro. Ello implica que se reconoce al otro como un otro, como un individuo con dignidad, con valía, con una subjetividad distinta a la mía. No solo se reconoce que mi verdad no es absoluta, sino que la verdad del otro es tan valiosa como la mía y que en el dialogo ético y humano entre subjetividades se construyen modelos del mundo mas adecuados, mas concordantes con la realidad. Esto se expresa con mayor énfasis en el Alcibíades en donde Sócrates desarrolla la formula del cuidado de si y del cuidado del otro que Foucault después retomaría para desarrollar su ética. A su vez, Aristóteles desarrolla en su ética y en su metafísica un profundo análisis sobre el ser del hombre y sobre la proporción de las cosas. Este reconocimiento del otro, que se perdería con el cristianismo, regresa a Italia gracias al comercio que se da con medio oriente, pues es medio oriente en donde se resguardan los textos griegos y latinos. Al regresar la filosofía griega a Italia, se retoma la individualidad, el reconocimiento del otro y las reflexiones sobre la esencia del ser humano, dando así inicio al renacimiento. Este regreso al reconocimiento del otro, al cuidado de la individualidad del otro y a las reflexiones sobre la esencia del ser humano, llevara a diversos pensadores a comprometerse a comprender cada vez con mayor amplitud y profundidad estos temas. Hasta surgir obras ya plenamente humanistas como el discurso sobre la dignidad del hombre de Pico Della Mirandola, el discurso de la servidumbre voluntaria de Ettiene de la Boetie o Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam. Textos que marcan un paso adelante en el reconocimiento de la individualidad que ya se había logrado en el renacimiento, pues ahora se reconoce el valor de la dignidad humana como valor fundamental y como eje de las relaciones interpersonales, sociales, culturales, pedagógicas, económicas y políticas.
A partir de aquí se retomará la pregunta por el ser del hombre, ya no desde el dogmatismo teológico que había dominado durante toda la edad media, sino desde la razón y la realidad humana, contingente y palpable. Se dejará de mirar al hombre desde los determinismos de la religión para voltear a ver la realidad humana latente y sangrante que está ahí, gritando por ser escuchada y reconocida. Se retomará la definición de Aristóteles de hombre: “Logon zoo echon” que Seneca traduciría en sus epístolas morales a Lucilio como: “animal rationale” (animal racional). Y será este reconocimiento de la facultad del hombre de pensar, de percibir e interpretar por si mismo la realidad, y de formular por si mismo respuestas sobre el mundo y sus fenómenos y no meramente atenerse a lo que la religión dice, lo que acabara dando a luz a la ilustración. En donde el ejercicio filosófico sobre lo humano se alejará aún más de los dogmas religiosos y desarrollará una ética y una fenomenología mas apegada a lo que pasa en este mundo en lugar de sujetarse a lo que significa el mundo desde la mirada del más allá, de la dictadura de lo divino. La ilustración será el momento en el que la humanidad lograra liberarse de la mentira de la religión que consistía en hacerle creer al hombre que no es capaz de acercarse por si mismo a los fenómenos, a la realidad, a si mismo, y que solo la religión (dicho sea de paso, creada por los hombres) podría decirle en que consiste el mundo fenoménico, en que consiste su propio existir y que es y que no es válido y posible al relacionarse con los demás. Este regreso a la razón aristotélica no será una fe ciega en la razón del hombre, ni será la pretensión de un acceso absoluto a la verdad, como muchos le imputan. Al contrario, será el honesto reconocimiento de los límites de la razón que ya Aristóteles plantearía en su metafísica y que descartes retomaría en sus meditaciones y en su método. Será el aceptar que el hombre puede comprender por si mismo el mundo, a sí mismo y a sus relaciones con el mundo y con los otros. Pero será a la vez el reconocimiento de las limitaciones de la razón y el asumir una actitud epistemológica de la razón y del conocimiento que de la razón es posible obtener. Es decir, un conocimiento nunca absoluto, sino meramente aproximado y contingente, que constantemente debe ser contrastado, falsado y mejorado. De esta etapa de confianza en la razón, se pasará a una etapa en la que se buscará profundizar en la subjetividad de los individuos. En donde se tratará de explorar más a fondo la realidad interna del hombre, su sentir, su sufrir, su desear y, en general, comprender mas ampliamente y a mayor profundidad la experiencia del vivir, del existir. La etapa conocida como el romanticismo con exponentes como Schlegel, Schubert, Beethoven, Heine, Hegel, Fichte y Schelling. Esta preocupación por la realidad interna llevara al existencialismo, en donde se profundizará en los conceptos de individualidad, libertad, responsabilidad, autodeterminación y el reconocimiento del otro. Filósofos representantes son desde Blaise Pascal, Soren Keirkeegard, Nietzsche y Dostoyevsky hasta Karl Jaspers, Albert Camus, Heidegger y Sartre e incluso actualmente a autores como Markus Gabriel.
Todo este recorrido por la concepción de lo humano, ira trazando las concepciones sobre lo político y lo económico. John Locke explorara primeramente la individualidad y la necesidad de libertad para el pleno desarrollo de los individuos para después desarrollar su teoría política liberal en su segundo tratado sobre el gobierno civil. Y Adam Smith desarrollara su teoría económica partiendo de una profunda motivación humanista tanto en su riqueza de las naciones como en su tratado de los sentimientos morales. De donde se desarrollará una línea filosófica que reconocerá a la libertad individual como la condición fundamental para que sea posible que los individuos vivan una vida digna y humana. Esta corriente será el liberalismo y explorará las implicaciones de la libertad en distintas áreas: lo cultural, lo social, lo interpersonal, lo sexual, lo psicológico, lo económico y lo político. Representantes del liberalismo los encontramos en autores como Jeremy Bentham, John Stuart Mill, David Hume, Herbert Spencer, Carl Menger, Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek, Milton Friedman, Georg Simmel, Joseph Schumpeter, Max Weber, Karl Popper y el antropólogo Jacinto Choza. Estos autores buscan plantear modelos políticos y económicos que le permitan a los individuos tener la mayor libertad posible para poder relacionarse con otros individuos plenamente y generar así mayores y mejores recursos sociales, culturales y tecnológicos; económicas más prosperas y sistemas políticos en donde no se repitan ni las dictaduras ni las guerras ni los abusos de autoridad y privilegios para solo algunos sectores de la población, dejando en la marginalidad y desgracia a todos los demás miembros de la sociedad. Así, el liberalismo es la continuación del ejercicio filosófico sobre lo humano que inicio con platón y Aristóteles e incluso con los presocráticos, y que continua hasta nuestros días. Mas precisamente el liberalismo es la extensión del movimiento humanista que se pregunta por la dignidad humana y que reflexiona sobre el ser del ser humano, sobre la condición humana y sobre la valiosa existencia individual. El error de muchos liberales actuales es creer que el liberalismo es un movimiento económico pues, como ya hemos visto, el liberalismo nace del humanismo. Y ese humanismo se va refinando con la ilustración, el romanticismo y el existencialismo. Y progresa radicalmente con la antropología social y la filosofía analítica. el liberalismo, como humanismo, antes de lo económico y político, paso por una reflexión sobre la metafísica y la antropología de lo humano, para desarrollar después una ética y una estética del hombre. Y concluir con una semiótica y una fenomenología de las relaciones interpersonales. Por ello el liberalismo no puede ser jamás conservador en lo cultural, pues su razón de ser es el humanismo, y como tal necesariamente tiene que ser primeramente liberal en lo cultural, lo social y, sobre todo, en lo individual. Así, el ejercicio filosófico de pensar la condición humana y sus diversos contextos implica pensar al hombre y su realidad desde diversos horizontes para poderle comprender amplia y profundamente. El humanismo, por ende, implica estudiar el lenguaje como puente entre intersubjetividades, e incluso al hombre mismo como lenguaje. Implica un profundo estudio antropológico que permita comprender las contingencias de lo social para no perderse en ellas y dotarles erradamente de carácter universalista. Implica preguntarse por el ser del hombre, por su metafísica, su ontología y su contingencia. Implica reconocer la materialidad y la finitud de la existencia humana para así reconocer lo valioso de su paso por el mundo. Implica una sincera sensibilización hacia la realidad material, social, económica y psicológica que viven los individuos. Implica reconocer al otro en toda su amplitud y profundidad, en toda su realidad humana y en toda su trascendencia existencial. Este compromiso con la existencia y la dignidad del otro y de mi mismo, es el punto central del humanismo, desde los presocráticos hasta Levinas, Sartre y Heidegger.
¿Como podemos llevar todo esto a la política? ¿Como podemos integrar el humanismo y, mas concretamente, un liberalismo humanista a un modelo social que permita la plena realización de los valores fundamentales del humanismo?
Primeramente, para que la libertad económica realmente funcione, necesariamente debe haber una plena libertad cultural, social e individual por medio de la cual los individuos puedan desarrollarse plenamente y sean libres de asociarse con otros individuos. Solo así, puede darse una autentica libertad económica que le permita a todos los sectores de la sociedad prosperar y alcanzar condiciones de vida dignas y decentes. De otra forma, esa libertad económica, sin autentica libertad individual, social y cultural, solo beneficiara a unos cuantos, dejando fuera de la economía a todos los sectores de la sociedad que no encajen y que no sean parte de los sectores beneficiados. Como ha pasado en las sociedades de capitalismo de estado y mercantilistas de toda la vida.
Y es que la libertad económica es una expresión de la libertad individual, cultural y social. Y para que los individuos puedan desarrollarse plenamente y vivir una vida digna y buena, es necesario que sean libres en todos los aspectos y no solo en unos si y en otros no. La libertad es la condición sine qua non para la realización del individuo y para una vida digna y buena. Sin libertad, no hay posibilidad de nada, sin libertad no hay forma de vivir de manera digna, ni mucho menos de forma plena. La libertad es la forma ética que adopta el humanismo, la libertad es el medio por el cual las sociedades se tornan en sociedades humanistas. Por qué reconocer la condición humana y reconocer la individualidad y la valía del otro, implica reconocer la trascendental necesidad de libertad. Una política, un modelo social que se sensibilice a la condición humana, que reconozca la trascendencia de la libertad como medio sine qua non para la vida digna y buena y para el pleno desarrollo, es fundamental para que nuestro país progrese. De no avanzar seriamente hacia una sociedad mas humana y, por ende, más libre, seguiremos estancados en el tercer mundo. E incluso podríamos correr el riesgo de retroceder poco a poco en nuestras libertades (económicas, políticas, sociales, económicas, culturales, sexuales e individuales). Y cuando menos nos demos cuenta, nuestras condiciones de vida podrían haber perdido un grado importante de calidad de vida, de realización y de dignidad.
En conclusión, México necesita de un humanismo liberal, o de un liberalismo que retome plenamente y a fondo los principios humanistas de dónde el liberalismo surgió originalmente. Es decir, México necesita un liberalismo que ofrezca todos los principios humanistas originales, realizándolos en un modelo que aplique las conclusiones económicas y políticas de la teoría liberal.
“El liberalismo es un humanismo” Ludwig Von Mises, El Liberalismo.
Alfredo Tonathiu Viniegra Rodríguez
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